Reporterismo e Islam

Ana María Briongos y Cristina Solías son las dos mujeres viajeras que participaron en la ponencia sobre "Reporterismo e Islam: prejuicios y más" para intentar destapar aquellas concepciones erróneas que hay en el primer mundo sobre el Islam. La primera es licenciada en física y nunca ha estudiado periodismo dentro de un aula, mientras que la segunda es periodista especializada en cubrir hechos del primer mundo. 




Ana María Briongos: "Mi padre siempre decía que fuera de España no había nada que ver"

A los veinte años, con media carrera de física cursada y cansada de su familia y su rutina Ana decidió irse de casa para viajar a la India y "desaparecer". Durante su trayecto pasó por Afganistán y quedó impactada por lo diferente y lo sorprendente que era aquel país. "Era como vivir en un pesebre", lo describe.

Explica que, aunque parezca extraño que una chica de veinte años viajara sola por el mundo islámico, no tuvo problemas para hacerlo, pues gracias a su "actitud determinada" y su acertada forma de escoger compañías consiguió que la gente musulmana la tratara con respeto y la cuidara: "me acogían en sus casas, les daba pena", ha asegurado, alejándose del estigma de la mala imagen que las mujeres occidentales tienen en los países islámicos.

Ana María ha explicado que decidió aplazar su viaje con destino a la India para quedarse en Kandahar, ciudad bazar en la que posteriormente vivió el fundador del grupo terrorista Al Qaeda, Bin Laden. Allí trabajó como cocinera para caravanas de hippies que iban destino a la India y se integró con facilidad dentro de la sociedad musulmana de Afganistán. "Conocía a todo el mundo y me trataban con respeto". Por la mañana trabajaba como cocinera y por la tarde se ponía un burka para poder pasear con una amiga local, ya que no podían ver a una mujer musulmana paseando junto a una mujer occidental. Debían taparse para pasar desapercibidas y convertirse en "invisibles". "Nadie nos reconocía y eso nos daba libertad" ha dicho enfatizando esta última palabra y asegurando que se sintió más libre allí que en su propia casa. 

"La mujer occidental en aquellos países es el tercer sexo"

Ser mujer abrió más puertas de las que cerró en el caso de Ana, ya que no se le consideraba un hombre pero tampoco estaba ligada a las normas estrictas de una sociedad patriarcal como lo están las mujeres de allí, por lo que tuvo más facilidad para formar parte de las reuniones de los hombres, "algo impensable para una mujer musulmana". La ponente ha remarcado la importancia de mostrar siempre una actitud de respeto y cuidado, ya que son actitudes muy bien recibidas. 

El hecho de ser mujer también facilitó que Ana pudiera entrar también dentro del mundo de las mujeres afganas, una perspectiva desconocida y diferente ya que como ella ha explicado "poca gente tiene esa posibilidad", y ella la aprovechó.

Ana ha explicado que en muchos sitios "una mujer sola por el mundo no es nadie sin carrera" por lo que decidió volver a casa para acabar la licenciatura de física y así poder pedir una beca para estudiar persa en Teherán (Irán). "Teherán era totalmente diferente a Afganistán, porque Irán es un país moderno y rico (solo para aquellos que tienen poder)". Estudió persa en la universidad y se quedó en Irán hasta la llegada de la revolución. Entonces se trasladó a Afganistán hasta la llegada de los soviéticos, que según ella fue un error.

"La llegada de los soviéticos deshizo el equilibrio entre una sociedad antigua y patriarcal y significó la aparición de los talibanes"



Durante los años de guerras Ana volvió a Barcelona, donde se casó y tuvo hijos y, cuando los conflictos llegaron a su fin, volvió a Irán interesada por saber quién había dado soporte al nuevo gobierno de los Ayatollah, un gobierno religioso que Ana asegura que ha fracasado ante la población civil porque "nadie está contento, ni los que tienen familiares en el clero obtienen beneficios".

Ana termina su intervención remarcando la importancia de viajar y explicando que gracias a ella su padre decidió que salir de España valía la pena. Viajar y ver impulsó a la física a escribir sobre sociedades y culturas diferentes.

"Yo no soy periodista, pero he viajado por el mundo en un intento de comprender a esos países tan maltratados por los medios de comunicación"





















"Yo quería ver mundo, no quería que me explicaran las cosas, quería verlas con mis propios ojos"

Cuando Cristina acabó la carrera de periodismo, España se encontraba en plena crisis económica, por lo que no había trabajo, así que decidió gastar sus ahorros en viajar, sobretodo hacia el mundo árabe, donde ya tenía una fijación especial desde hacia un tiempo. 

Cuando empezó a trabajar en RAC1, como no había una sección de internacional, le dieron el papel de enviada especial, de manera que muchas veces le tocaba viajar rápido y sin previo aviso para llegar a los lugares de los hechos. "Podías estar de fiesta, que te llamaran y estar en un avión a la siguiente hora" ha explicado en la ponencia. Esto hace que la documentación tenga que ser rápida y en muchos momentos, escasa y al momento. Su trabajo se centra en el periodismo del primer mundo, pero comenta que su interés siempre ha estado fijado en el periodismo internacional como tal, por lo que se emocionó cuando le tocó viajar a Irak y Siria al inicio del fenómeno del Estado Islámico. 

Ha explicado que "en situación de guerra los estereotipos caen" y que la gente saca lo mejor y lo peor de sí mismos. "Al final, con empatía acabas entendiendo lo que hace la gente y el porqué", ha comentado, remarcando que hay actitudes que siguen siendo inaceptables, pero que en situaciones extremas, el concepto 'inaceptable' varía.

"Es imposible entender a los países islámicos con ojos occidentales"

Cristina ha viajado por Irak, Siria y Libia intentando mezclarse en su sistema e intentando pasar desapercibida ya que, según ella, "para entender cómo viven hay que intentar acercarse a ellos sin llamar la atención". Además, al igual que su compañera ha asegurado que a ella siempre la han tratado con respeto, poniendo como ejemplo una vez que a ella y a una compañera les dejaron trabajar con los soldados en el frente de Sirte.

"Llegué a oír que en Bernan, con Estado Islamico al mando, se vivía mejor", ha mencionado intentando explicar que con ojos occidentales eso es algo que no se entiende, pero que si te pones en la posición de los ciudadanos que vivían en condiciones precarias hasta la llegada del grupo terrorista, y al que este mejoró el nivel de vida, es comprensible. 

En Irak, Cristina tuvo la oportunidad de empotrarse al ejército de Bagdad. "El general Mustafá hasta me puso un guardaespaldas", ha explicado para mostrar el respeto que algunos hombres le tenían a las mujeres occidentales. Después, ha marcado la diferencia entre los hombres de campo y los de ciudad, ya que aquellos que venían de zonas más rurales y conservadoras sí que tenían una imagen de ella como si fuera una Barbie a la que puedes hacerle de todo, "somos lo que ven en las películas; perfección para ellos".

Al comparar a las mujeres musulmanas con las occidentales comenta que, ahora que Raqqa se ha liberado del Califato y está controlada por las milicias la ciudad, poco a poco, se está liberalizando, pero que el futuro sigue siendo muy incierto.

  "Las mujeres callaban durante la guerra y ahora quieren sacarse el pañuelo (...) Algunas fuman solo porque pueden"




Cristina ha explicado que hay algo que marca una gran diferencia entre su trabajo y el de Ana, pues la otra ponente ha dicho que ella "era rica en tiempo y pobre en dinero" mientras que la periodista de RAC1 era pobre en tiempo. Según ella, si un periodista no puede pasar tiempo para conocer a la gente de aquel sitio, debe contactar con un fixer. Esta es una persona que ayuda a los periodistas a conseguir contactos y hace de traductor a cambio de dinero. "Entre periodistas nos recomendamos los fixers", ha respondido ante la pregunta de cómo encontrar uno.

Gracias a uno de sus fixers, Cristina consiguió algo parecido a lo que ha mencionado Ana: entrar en el mundo de las mujeres musulmanas, donde ningún periodista hombre podría haber entrado.

Finalmente, la periodista ha completado la idea que Ana Briongos ha mencionado antes al hablar de los Ayatollah. Ha expuesto que desde su punto de vista el problema de muchos países islámicos no es la religión, sino lo que se hace en su nombre: el momento en el que la religión se convierte en quien toma las decisiones

"La religión debe ser algo privado, el poder debe estar librado de ella"